
LA HISTORIA DEL MONTE ALTINO EN MARANOLA
Con la Encíclica Preclara de 1894, el Papa León XIII expresó un juicio decepcionante sobre el siglo XIX que estaba terminando en cuanto lleno de desgracias y guerras, deseando en el mismo tiempo al mundo entero ,un próspero y pacífico XX siglo.
Su consejero el Conde Acquaderni le propuso sellar el siglo a finales con 19 monumentos hacia el Redentore para collocarlos sobre los picos italianos más bellos y panorámicos
Algunos años más tardes Ludovico Pecci, nieto del Papa XIII, preguntó modificar la idea proponiendo de mirar hacia el futuro en vez que al siglo pasado.
En práctica quiso añadir otro monumento a los 19 previstos para colocar uno en Monte Capero de Carpieto Romano donde había nacido su tío convertido en Papa.
El Papa aceptó entonces la idea de colocar veinte monumentos del Redentor en otros s picos panorámicos para rendir homenaje al siglo XX que estaba a punto de comenzar y, el primero de septiembre de 1896, estableció un Comité de tres personas con sede en Bolonia para la elección de lugares y para organizar mejor el evento.
El Arzobispo de Gaeta Mons. Francesco Niola solicitado desde el Párroco Don Vincenzo Ruggiero, se apresuró en proponer Monte Altino en consideración a su posición panorámica dominante apoyado también por las publicaciones del periódico semanal propiedad de Ruggiero «LA CAMPANIA» impreso en su Tipografía en Maranola, que era una entidad administrativa autónoma.
Así, se identificaron y eligieron de forma extraoficial los veinte picos italianos, entre ellos el de Maranola, que fue el resultado de la participación de 46 diócesis de tres regiones cercanas (Campania, Molise y parte del Puglie), en los últimos días que quedaban por las decisiones finales la Diócesis de Nápoles, haciendo un retroceso en sus decisiones originales y creando problemas para los tres miembros del Comité de Bolonia propuso la solución del Monte Vesubio para sustituirlo al Monte Altino.
El «carisma y las habilidades diplomáticas» de don Vincenzo Ruggiero, párroco de Maranola y hombre erudito, fueron necesarios para bloquear el intento de » tropezón» Parthenopeo.
Establecidas definitivamente las veinte cumbres, fueron extraídas desde las mismas, veinte piedras en forma de ladrillo con precisas inscripciones relativas a la Cumbre y al objetivo deseado por la Santa Sede para el cierre de la Puerta Santa de la Basílica Vaticana en el año 1900=.
El proyecto relativo al Monte Altino fue redactado por el ingeniero Giacinto Mastrojanni el cual proponió construir un obelisco de diez metros de altura para colocar en él la estatua del Redentore de cuatro metros incluida de la cruz. Este proyecto fue elegido por su costo inferior respecto a los otros.
El 23/03/1900 fue firmado el contrato con la Ditta Rosa Zanazio tanto para la realización de la estatua de toba como para las obras de ubicación sobre el hombro de Monte Altino a 1252 metros el cual en el futuro tomará el nombre de Monte Redentore.
Fue acordado que la estatua fuera realizada en cuatro partes conjuntivos entre sí en el lugar de ubicación y masa no superior a cuatro quintales por cada elemento, pero las cosas fuiron diferentemente. La estatua fue fundida a la Fonderia Tuse Mense de París en un solo bloque y con una masa total de veintiuno quintales.
Estos particulares imprevistos tras la fusión, aterrorizaron no poco el farmacéutico Saverio Riccardelli, director del «Comitato organizzatore locale» pensando en las dificultades que vencer tanto para el transporte como para la ubicación, también y sobretodo porque no había ninguna calle entre Maranola y la cima de Monte Altino.
La estatua llegó a Formia en el mes de septiembre del 1900 por ferrocarril, calle Cassino y a través de la línea ferroviaria Sparanise-Formia-Gaeta porque la directísima Roma-Napoli todavía no se había realizado.
El precioso monumento fue transportado con un enorme carro puesto a disposición por un plantador del appuntamento de Elena en Gaeta, trainado por cuatros bueyes hasta Maranola. Aquí fue conservada en la iglesia de la Annunziata por todo el periodo invernal el cual fue empleado para preparar una calle de doce kilómetros para unir Maranola con Monte Altino.
El día 04/06/1901 la estatua empezó el camino en subida apoyada en un trineo especialmente construido y trainado siempre por bueyes y cientos de personas que después de cuarenta días alcanzaron la cima, aunque los días efectivos de transporte fueron catorce.
No fue fácil ni siquiera la ubicación sobre el obelisco de diez metros de altura puesto sobre una bóveda natural a 1252 metros de altura del nivel del mar. Fue suficiente la construcción de un enorme andamio leñoso alrededor del obelisco ya erecto y hecho por más escalones por el lado norte para facilitar la elevación paulatina de la pesada estatua.
Con las solas fuerzas de los brazos de diferentes cientos de voluntarios de Maranola que ayudaron los empleados della Ditta Rosa-Zanazio y debajo la personal dirección de Don Vincenzo Ruggiero, fue cumplida esta obra faraónica.
Después de seis años y muchas peregrinaciones de devotos de toda Italia, en la noche del 29/10/1907 un rayo derribó tanto el obelisco como la estatua que permaneció decapitada. Los ancianos de Maranola cuentan que la cabeza rodó hacia el Canalone donde fue recogida y llevada a la Iglesia de la SS Annunziata.
Mientras tanto, se acercaba el trágico acontecimiento de la Primera Guerra Mundial y sólo después de doce años, en septiembre de 1919, cuando terminó la guerra, la restauración solicitada por el párroco Don Carlo Piccolini, que había tomado el relevo de Don Vincenzo Ruggiero quien mientras tanto había muerto, llegó a una feliz conclusión.
El proyecto de restauración realizado produjo la imagen y los lugares que vemos ahora, con una cúpula de mampostería en sustitución del altísimo obelisco original y también fue diseñado por el ingeniero Giacinto Mastrojanni y construido por los hermanos Mancinelli de Esperia, cuyos descendientes crearon después de la guerra. , cerca de Largo Paone, el edificio más alto de Formia.
Estos fueron los “trabajos extraordinarios de los Maranolesi” para el transporte y ubicación de la Estatua del Redentor que vigila un espacio geográfico desde lo alto que va del Circeo al Vesubio frente a las islas de Capri, Ischia, Procida, Santo Stefano, Ventotene, Zannone, Ponza y Palmarola.
De los veinte monumentos previstos, solo cuatro no se construyeron a causa de dificultades inesperadas , quizás incluso menores que las encontradas para el monumento de Monte Altino.
Es oportuno señalar que «la voluntad de Don Vincenzo Ruggiero y la tenacidad de los Maranolesi» han impedido que las obras inconclusas sean cinco en lugar de cuatro.
Me limité a los puntos esenciales del relato, inspirándome en un artículo muy detallado de Gerardo De Meo publicado en la Historia Ilustrada de Formia y en una copia anastática del periódico «La Campania» del 31 de julio de 1901 que me entregó mi amigo Gabriele D’Anella.
Esta hoja periódica semanal religiosa y política, que cuesta 5 centavos, fue impresa del sábado 3 al 4 de agosto de 1901 en Maranola y lleva el n. 31, año VII.
Director de la revista el Arcipreste Vincenzo Ruggiero de Maranola.
Una de las muchas historias extraordinarias de nuestro Territorio de las Montañas Aurunci y el Golfo.
Raffaele Capolino